En el partido de hoy, México tuvo los hombres para consumar el milagro en el marcador: 2-1 sobre Arabia Saudita, pero no alcanzó para revolcar la Tabla de Posiciones: Argentina y Polonia, a Octavos de Final, por lo que el Tri vuelve a casa tras su eliminación.
La victoria que la selección mexicana de fútbol tuvo no alcanzó a cubrir la renta de llegar a Octavos de Final. Pasó por encima de Arabia, pero le faltó ese tercer gol, y encima, en los minutos finales, trastabilla el cuadro bajo, y
Sin embargo, de acuerdo con los expertos a México le sobraron oportunidades para construir un marcador de escándalo, pero los errores en la definición, mal endémico del futbol mexicano, terminaron por dejar todo en el alarido inconcluso, ahogado, en unas decenas de miles de aficionados, que llegaron en el milagro completo.
México arrancó con la bitácora del partido bajo el brazo. Creativos, frontales, directos, Luis Chávez y Orbelín Pineda respondían al plan de dar orden, pausa y salida. Jorge Sánchez era la mejor vía de escape, y eventualmente Jesús Gallardo se coludía.
La fórmula de ataque encontraba plenitud con un intratable Chucky Lozano, los desprendimientos de Henry Martín, para limpiar zonas o marcar pases, y Alexis Vega volvía a maratónicas asignaciones.
Y México se sentía cómodo, sólido, paciente, trabajando con cada balón, una posibilidad de terminar la jugada, en un evidente desconcierto y desesperación de los árabes en la marca , y sin poder interrumpir el ritmo codicioso de los mexicanos.
La primera oportunidad llega al minuto 3. Alexis Vega llega franco, ante el arquero, pero en un remate raso entrega el balón, que al menos constataba la necesidad de México por sacar victoria y goles que pudieran arrimarle a una posibilidad genuina de clasificación.
Manteniendo a Arabia en el fondo, obligándola a defenderse hasta con nueve desesperados, México encontró en los arribos sorpresivos y en conexiones con Chávez, a Orbelín Pineda, quien estrella un remate de cabeza en la cintura del adversario, además de empezar a calentar la osamenta del arquero saudí.
Pero, más allá de la insistencia, en el mejor partido de México, en registros ofensivos y posesión, el marcador seguía con ese desdén del 0-0. El Tri cerraría con 11 remates, sólo a tres a puerta.
Antes de regresar a la cancha, el grupo hace un círculo en el túnel, escucha la arenga de Guillermo Ochoa, mientras Uriel Antuna continúa con sus ejercicios de calentamiento en el terreno de juego.
México mantiene la partitura. Y pronto cosecha. Tiro de esquina por izquierda. Prolonga César Montes, y en el área anticipa y remata Henry Martín. 1-0, al ‘47. Fin a la sequía mundialista. Dos más para ir a la calculadora. Tres más para olvidarse de la aritmética.
Y las hasta entonces silenciosa y silenciada garganta tricolor, empezó a bufar. La fe era el combustible que reclamaba la esperanza. “¡Sí se puede, sí se puede!”, retumbaba guturalmente el grito de la facción mexicana, rebasada en número por los árabes.
México había encontrado la ruta y Arabia Saudita el desconcierto absoluto. Henry Martín canjea falta y amarilla. El cobro de Luis Chávez es de Copa del Mundo. Lo visualizó, lo saboreó, lo preparó. Y metió un fogonazo al ángulo izquierdo de Mohamed Al Owais. 2-0 al ‘52. El tiempo y el marcador parecen bendecir al Tri.
Vuelta a casa. Firmada una de las peores representaciones de México en Copas del Mundo. Varios jugadores se colapsan en llanto. Vieja historia del futbol mexicano: el náufrago termina por morir en la playa.