Durante su presentación en le CDMX los californianos no fallaron y dieron un concierto con visuales divertidos que acompañaron una ejecución impecable que además cuenta con un catálogo brutal de rolas.
Sin embargo; desde antes del concierto de Guns N’ Roses, no se sabía bien a qué hora había que estar en el estadio, ya que los boletos físicos decían que a las 8, los digitales que a las 9 y nunca se publicaron horarios como suelen hacerlo en la mayoría de los conciertos. Aunque Molotov les había abierto sus shows más recientes en Latinoamérica y México, tampoco sabíamos si iba a haber telonero o no.
Alrededor de las ocho y media, ya se veían problemas en la distribución de la gente, vallas y retenes colocados sin sentido (posiblemente problema de la policía y no de la productora) y muchos boletos tampoco decían por qué puerta se debía entrar. Ya adentro, resulta que ni era a las 8 ni era a las 9, y Axl Rose, Slash, Duff McKagan y compañía salieron a las 8:50 para sorpresa de un estadio que todavía se mostraba a medio llenar, con mucha gente entrando y buscando su lugar para el concierto.
El lugar siguió llenándose durante la primera mitad del concierto, y notamos cómo es que la sección de General A particularmente se veía atascada, desde los túneles había gente viendo l show sin que pudieran pasar a la cancha. Afuera, muchos fans se quejaron de que el concierto ya había iniciado y no podían aún entrar a sus lugares, con boleto en mano.
Esto impactó hasta en el setlist, ya que los Guns N’ Roses venían tocando “Better”, “Sorry” y un par de covers más, pero la banda decidió aún así rifarse y tocar dos horas y media de concierto.
Los mismos Guns reconocieron en redes que tuvieron varios problemas para esta presentación y aunque querían tocar un poco más.
Al diez para las 9 ya habían salido, ante un estadio con un ambiente familiar, muchos papás con sus hijos asistieron para mostrarles a una banda “de su época”. Y seguramente los más jóvenes se sorprendieron frente a un escenario clásico de rock, con una ejecución impecable de instrumentos en vivo.
Guns N’ Roses comenzaron con “It’s So Easy”, con la voz de Axl sonando bastante potente pese a que la rola casi no tiene agudos. Slash comenzaría el desfile de guitarras y efectos que aún demuestran por qué es uno de los guitarristas más importantes en la historia del rock.
Los visuales fueron un elemento divertidísimo que nos sacó varias sonrisas, ya que usan la iconografía de la banda: calaveras, flores, el sombrero de Slash, sangre y muchos neones. En “Mr. Brownstone”, los miembros son caricaturizados en neón y para “Chinese Democracy”, critican la opresión masiva con imágenes explicitas sobre la muerte de personajes virtuales.
Incluso, este show clásico tuvo un momento de reflexión sobre el mundo actual cuando tocaron “Civil War”. Con una bandera de Ucrania con palabras marcadas en sangre de fondo, salió Slash con una lira doble, con una parte acústica y otra eléctrica. Los visuales pasaron a ser de disparos con lásers en referencia al futuro y el estadio respondió mostrando las luces de sus celulares. La salida de la rola con “Machine Gun” de Jimi Hendrix, nos mostró que ellos también son nerds del rock.
Con 24 rolas, poca interacción pero bastante amorosa con el público mexicano, la banda dio uno de esos shows clásicos de hard rock que, además, enloquece a cualquiera cuando tienes trancazos del nivel de “Welcome to the Jungle”, “Sweet Child O’ Mine”, “November Rain”, “Don’t Cry” y “Paradise City”.
Es que estos momentos son los que puramente nos transmiten la magia de Guns N’ Roses, inmediatamente el estadio se levantó de sus asientos para brincar, y es que con himnos así, cómo no hacerlo.
Todos sabemos que Axl Rose ha tenido problemas de salud después del regreso de los Guns N’ Roses a las giras, y aunque no puede hacer todos los movimientos que antes le dejaba hacer su cuerpo, hay momentos que nos dan escalofríos por cómo es que logra cantar y bailar, o cuando alcanza los agudos característicos de su voz en cualquier interpretación.
Por su parte Duff McKagan apoya con su voz en casi todas las rolas, e incluso le dejan la chamba de vocalista para “Attitude”, cover de los Misfits, en la que interactuó con la audiencia que se puso a gritar el coro a más no poder.
En la mayor parte del show, Axl insinuó movimientos que antes hacía sin control, pero ahora está más enfocado en la parte del canto, ya que no es nada fácil cantar las rolas de Guns N’ Roses con los gritos y los versos aceleradísimos que tienen.
Precisamente, esta banda de rock tiene las credenciales para cantar sobre ser unos rudos, y temas como “Reckless Life” o “Hard Skool” tienen todo el sentido cuando la tocan frente a sus fans.
Independientemente de que conviven poquito sobre el escenario, Axl y Slash se toleran bastante. Y es que imaginamos lo difícil que debe ser tener dos talentos enormes compartiendo el protagonismo de Guns N’ Roses, pero debemos reconocer que Slash parece no envejecer sino al contrario, mejorar su ejecución con los años.
El guitarrista ejecutó sus trucos de una manera excepcional, abusa de los efectos pero con un control magistral sobre el volumen y la distorsión. Usar le talkbox para combinar la guitarra y el micrófono de voz es un viaje que transporta a finales de los ochentas y un homenaje a otros guitarristas como Peter Frampton y Richie Sambora.
Quizás las nuevas generaciones se pregunten qué es lo que están viendo con solos de guitarra de alrededor de tres minutos en las rolas y jams que llegaron hasta los diez minutos, con un Slash en un trance con su guitarra junto a los Guns N’ Roses.
En un jam blueserón, el guitarrista aún lleva su Gibson Les Paul café dorada al límite de sus capacidades. En un solo de alrededor de diez minutos que parece ser un clímax de principio a fin, no se detuvo un solo segundo y vocalizó el solo completo con su plumilla y su boca moviéndose al mismo tiempo, en una concentración máxima. Obviamente el público ovaciona, brinca y escuchamos muchos gritos desgarrados durante este solo.
Guns N’ Roses toma el escenario también para tocar sus mejores covers, y es que algunas de estas interpretaciones ya son tanto de ellos como de los compositores originales. El estadio gritó al máximo con el inicio de “Live and Let Die”, rolón de Wings (que muchos conocimos por ellos) que Guns interpretó magistralmente, con unos visuales asombrosos y adecuados: pistolas y sangre jugaron con el logo de la banda.
Desde casi el inicio, en un homenaje agridulce, la banda tocó “Slither” de Velvet Revolver, proyecto en el que Slash colaboró ni más ni menos que con Scott Weiland. La emoción de escucharla, y la interpretación de Axl, hicieron un momentazo cuando tocaron esta rola pesada y profunda.
Con “Knockin’ on Heaven’s Door” el estadio se volvió una fiesta nostálgica, con los celulares encendidos y levantados, Axl dirigió un coreo inmenso y notamos una de sus mejores interpretaciones vocales hasta el momento.
Guns N’ Roses guardó las canciones más pegadoras para el final, pero por más que se hayan preparado mentalmente, el grito desgarrado de la gente llegó con el riff de “Sweet Child O’ Mine”, con visuales homenajeando a la banda.
Ahí sí el estadio ya se peleaba con Axl por los vocales y absolutamente todos gritaban verso y coros.
A las dos horas de concierto, llegó “November Rain”, recuperando el tiempo perdido, la banda se lució frente a visuales de un diluvio sobre una calavera y los fans no pararon de cantar. Incluso vimos parejas conmovidas llorando, no sabemos cuánto esperaron este momento.
“Don’t Cry” sonó con el lujo de tener a Axl al piano y no podíamos pedir más, aunque la banda cerró con aún más fuerza dejando los primeros acordes de “Paradise City” sonar antes de entrarle de lleno. El Estadio Ciudad de los Deportes se unió en una sola voz y Axl aún llega por momentos a los agudos de la rola. Al final, el detalle de Axl aventando una rosa al público provocó también gritos generalizados.
Fuente: Sopitas