El gobierno de México, mediante distintas dependencias y entidades que integran la Administración Pública Federal (APF), presentaron logros y avances a favor de la salud, la alimentación sustentable y el cuidado de la diversidad biocultural.
Representantes de las secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Salud, Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Bienestar, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), coincidieron en que los hallazgos para eliminar el uso del glifosato son sostenibles, seguros y culturalmente adecuadas, que no ponen en riesgo la producción agroalimentaria del país.
María Luisa Albores González, titular de Medio Ambiente, en rueda de presnsa informó que como parte de la mesa de trabajo que se instaló en enero del 2021 junto con Conacyt y Agricultura, la dependencia a su cargo, a través del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable, y en coordinación con el sector ambiental, ha avanzado en el proceso de difusión y capacitación para dar a conocer el impacto del glifosato y los organismos genéticamente modificados en la salud, el ambiente y la economía local.
Esta tarea comenzó en una primera etapa con servidores públicos del gobierno federal a fin de darles los elementos necesarios para que, a su vez, capaciten a actores estratégicos y al público en general. A la fecha se ha tenido una asistencia de más de 72 mil personas, indicó.
La secretaria Albores González dio a conocer que las solicitudes de autorizaciones que recibe Semarnat para la importación de glifosato técnico y formulado están por debajo de 50 por ciento de la cota establecida por Conacyt y disminuyeron de 2021 a 2022. Esto quiere decir que se cumplirá lo que marca el decreto de no importar más glifosato para 2024, sin que ello implique una baja en la producción de maíz, ya que hasta el momento no ha bajado con base en los números presentados.
Víctor Suárez Carrera, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura, desmintió las afirmaciones que difunde la industria de agroquímicos y el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) en torno a que la eliminación del glifosato propiciaría una catástrofe en la producción agroalimentaria, reducirá la superficie de siembra y se afectaría la actividad económica de las y los productores.
Lejos de eso, mostró que, de forma paralela a la reducción de importaciones de glifosato, la producción agroalimentaria tiende a crecer, y lo mismo ocurre en el caso específico de la producción de maíz, cultivo número uno de aplicación de ese herbicida en México y el mundo.
Agregó que, bajo el amparo de la política pública, con los programas Producción para el Bienestar a cargo de Sader, y Sembrando Vida, de la Secretaría de Bienestar, se observa gran número de experiencias exitosas de producción agroecológica libre de glifosato y con uso de bioinsumos, con resultados positivos en aumentos de rendimiento por hectárea y reducción de costos por tonelada.
Víctor Suárez destacó experiencias que son parte o ajenas a la política pública, en la producción de autoconsumo, para el mercado interno y para la exportación, entre ellos más de 100 productores o agrupaciones en Sinaloa que están en transición agroecológica, siendo esta entidad emblemática de la producción comercial.
Hugo López Gatell-Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, explicó que existe evidencia científica de que el glifosato causa cáncer, sobrepeso, daño hepático y renal; alteración del sistema endocrino y de la regulación metabólica.
Dijo que en la industria de alimentos chatarra aplica la misma infodemia que las tabacaleras, sustentada en declaraciones de pseudo académicos e institutos, para señalar falsamente que el herbicida no causa daños a la salud.
Los grandes intereses económicos, explicó, evocan a la Organización Mundial de Salud (OMS) para sostener que el glifosato no es cancerígeno; sin embargo, este organismo internacional acumula un rezago de 12 años en cuanto a información científica sobre pesticidas; “es decir, que cuenta con una lista obsoleta sobre herbicidas”.
López Gatell-Ramírez recordó que este herbicida se inventó a principios de los años 60 para destruir el medio ambiente y la naturaleza de Vietnam; después se comprobó que podía utilizarse para limpiar las cañerías. Años más tarde, empresas como Monsanto lo patentaron para la producción de alimentos a gran escala, a pesar de que causan graves daños a la salud y el medio ambiente; además, permanece activo hasta 40 días y se encuentra en mantos acuíferos, lluvias, tejido animal y vegetal.
La directora general del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla Roces, afirmó que sí es posible prescindir en México del glifosato y los transgénicos para recuperar nuestra soberanía alimentaria y sanar el campo mexicano, mediante el desarrollo de bioinsumos basados en rescate, redignificación y validación de alternativas existentes.
Precisó que, con tecnologías novedosas y de manufactura mexicana, se desarrollan cinco nuevos herbicidas agroecológicos, en una alianza virtuosa entre universidades públicas y empresas, que tienen la capacidad de producir 500 mil litros al año sin los efectos perniciosos que causa el glifosato.
Asimismo, a través de un proceso de vigilancia tecnológica se identificaron siete herbicidas disponibles a nivel mundial, de los cuales cuatro pueden adquirirse en México, que suman en total 12 alternativas, cinco que serán desarrollos de manufactura mexicana y siete ya en el mercado.
Álvarez-Buylla Roces subrayó que, a casi dos años de la publicación del decreto presidencial, se ha acumulado evidencia sólida y suficiente que demuestra que es una falacia que el maíz transgénico y su paquete tecnológico aumenten la producción de alimentos y beneficien a las y los productores o consumidores.
“Es una manera de cooptar a favor de grandes negocios monopólicos la producción de alimentos y con ellos cooptar lo que permite controlar a la agricultura, que son las semillas”, puntualizó.
Por su parte, el secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Alejandro Espinosa Calderón, recalcó la importancia de los maíces nativos como alimento básico y fundamental del pueblo mexicano, señalando las diferencias nutricionales de las tortillas elaboradas a partir de la nixtamalización con maíces nativos versus las tortillas elaboradas con harinas que emplean maíces híbridos y de origen transgénico, contaminadas con el herbicida glifosato.
Asimismo, destacó que existen evidencias científicas sobre la presencia de transgenes y glifosato en diversos alimentos hechos a base de ingredientes industrializados que se obtienen del maíz. En particular, el 90.4% de las tortillas analizadas, provenientes de tortillerías de la Ciudad de México, presentaron secuencias transgénicas y el 30% de estas muestras tuvieron residuos de glifosato.
Por ello, sostuvo que las tortillas elaboradas con maíz nativo tienen beneficios como: un mayor contenido de proteínas, fibras y ácidos grasos de cadena intermedia, además de antioxidantes como las antocianinas, en especial las variedades de color azul, rojo y morado; lo cual muestra que los maíces nativos contienen ventajas para la dieta del pueblo mexicano, a diferencia de los maíces transgénicos. Además, invitó al público en general a consultar el “Expediente científico sobre glifosato y los cultivos genéticamente modificados”, así como, los 13 compilados con información científica relacionados con los riesgos asociados al consumo y cultivo de los organismos genéticamente modificados, así como al uso y exposición a los herbicidas utilizados como parte del paquete tecnológico de estos cultivos.
Finalmente, el director general de Instrumentación de Programas de Agroforestería de la Secretaría de Bienestar, Julio César Gerónimo Castillo, explicó que el programa Sembrando Vida trabaja en la diversificación productiva, poniendo al manejo agroecológico como soporte, con resultados probados que favorecen el desarrollo del campo.
A través de la agroforestería, explicó que se ha generado un modelo innovador que no solo conlleva un proceso tecnológico, sino el conocimiento tradicional y el diálogo de saberes para impulsar la economía local, respetando el contexto cultural y ambiental de los territorios.