El ejercicio físico es una «pastilla para todos los días» que ayuda a prevenir múltiples enfermedades crónicas, cáncer incluido. Así lo explicaba Soraya Casla, directora de la primera unidad de ejercicio oncológico de Madrid. El deporte es uno de los hábitos saludables que reduce en un tercio el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer. Pero su influencia es más profunda todavía: en caso de desarrollar un tumor, la práctica del entrenamiento aeróbico evitaría hasta siete de cada diez casos de metástasis, según un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv (Israel).
Según explican los investigadores de la Facultad Sackler de Medicina que han liderado el trabajo -Carmit Levy del Departamento de Genética Humana y Bioquímica, e Yftach Gepner de la Escuela de Salud Pública y el Instituto de Deportes Sylvan Adams-, el ejercicio aeróbico intenso aumenta el consumo de glucosa por parte de los órganos internos, lo que reduce la disponibilidad energética para que el tumor haga metástasis. Eso se traduce en un descenso del riesgo de cáncer metastásico de hasta un 72%, según el artículo publicado en Cancer Research.
«Los estudios previos han demostrado que el ejercicio físico reduce el riesgo de sufrir determinados cánceres hasta un 35%. Este efecto protector también se da frente a otras enfermedades como las cardiovasculares o la diabetes. La recomendación general es: Si estás activo, estás sano«, valoran los autores. «Con este nuevo trabajo añadimos una nueva dimensión: el ejercicio aeróbico de alta intensidad, que obtiene la energía del azúcar, puede maximizar la prevención del riesgo de cáncer metastásico, el más agresivo, hasta en un 72%».
Para determinarlo, los investigadores combinaron un modelo animal – ratones de laboratorio entrenados bajo un estricto régimen de ejercicios- con datos de voluntarios humanos en buen estado de salud y examinados tanto antes como después de correr. Estos participantes pertenecían a un estudio epidemiológico de cohorte que ha seguido a unas 3.000 personas a lo largo de aproximadamente 20 años. Y en este grupo, aquellos que realizaron actividad aeróbica de alta intensidad con frecuencia tenían un 72% menos de cáncer metastásico en comparación con los sedentarios.
El modelo con los ratones demostró resultados similares, lo que permitió identificar sus mecanismos subyacientes. Al examinar los órganos de los ratones activos antes y después del ejercicio, y después de inocularles cáncer, descubrieron que la actividad aeróbica inhibía de forma significativa el desarrollo de los tumores metastásicos en los nódulos linfáticos, pulmones e hígado. La hipótesis de los investigadores es que el resultado es fruto de la tasa mejorada de consumo de glucosa inducida por el ejercicio.
«Nuestro estudio es el primero que investiga el impacto del ejercicio sobre los órganos internos en los que se suele producir la metástasis, como los pulmones, el hígado o los nódulos linfáticos», explica la profesora Levy. «Al examinar sus células, descubrimos un aumento de los receptores de glucosa tras la práctica de ejercicio aeróbico de alta intensidad, muy parecido a lo que ocurre en los músculos. Esto permite convertirlos en máquinas efectivas de consumo energético, que compiten con la musculatura por el azúcar y privan a la metástasis de los recursos que necesita».
Esta situación en la que las células cancerígenas no encuentran suficiente energía como para reproducirse sin control puede pasar a ser «permanente», añade Levy, si la práctica de ejercicio es frecuente a lo largo de la vida. «Al examinar los órganos internos en nuestro estudio, hemos descubierto que el ejercicio cambia el cuerpo humano por completo, impide al cáncer expandirse y mengua el tamaño de los tumores primarios».
El ejercicio de alta intensidad se caracteriza por intervalos breves pero de gran gasto energético. «Si el rango óptimo para quemar grasa es de un 65-70% del máximo de nuestra frecuencia cardíaca, para quemar azúcar hay que alcanzar el 80-85% aunque sea brevemente», explica por su parte Gepner. Una forma sencilla de lograr esto sería correr un sprint durante un minuto, caminar y volver a esprintar. «Así solían entrenar los atletas en el pasado, pero ahora lo aplicamos también a las rutinas de ejercicio en casos como la rehabilitación de corazón y pulmón».
La recomendación para la prevención del cáncer en personas sanas, por lo tanto, es la de añadir sesiones de alta intensidad a la actividad deportiva general. «Hay algo que debemos subrayar, y es que el ejercicio físico, con sus efectos metabólicos y fisiológicos únicos para el organismo, es el método más eficaz de prevención del cáncer que tenemos en estos momentos, por encima de cualquier otra medicación o tratamiento médico», concluye el especialista.
Fuente:ElEspañol